Como está planteado en el programa, la delimitación temporal del período no responde a los criterios cronológicos tradicionales sino temáticos: el inicio a comienzos del siglo III y el término a finales del siglo XIV cuando las postrimerías del Medioevo se entrecruzan con el inicio del Humanismo.

El arte medieval está íntimamente unido a las religiones del Libro: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. La imagen está en relación con fuentes bíblicas tanto ortodoxas como apócrifas, comentarios de los Padres, textos filosófico-teológicos, literarios, científicos, pero no en una rígida relación texto-imagen ya que  su eficacidad no se limita sólo a una traslación de lo legible sino que en ella se entrecruzan saberes transmitidos con mayor o menor grado de fidelidad, y no-saberes que trastocan lo conocido o producen nuevos discursos.

Las corrientes teóricas actuales ponen el foco en el rol que juegan los objetos visuales y su funcionalidad en la cultura medieval. La imagen es un objeto inserto en un lugar, que tiene determinados usos y cumple ciertas funciones. Arquitectura, pintura, escultura pero también objetos funcionales como códices, relicarios, altares y objetos cultuales (cálices, patenas). En su realización se emplean materiales: ladrillo, hormigón, mármoles, metales, pergamino, tintes, vidrio, piedras preciosas, marfiles que influyen al igual que las técnicas. En muchos casos se utilizan fragmentos de obras anteriores, espolios, en la realización de nuevas obras, como por ejemplo las columnas, fustes y capiteles, de la nave central de la basílica de San Pedro.

La imagen-objeto tiene una potencialidad vinculada a valores económicos, simbólicos, estéticos.