La alteridad y la diferencia cultural es lo que ha inquietado a la antropología desde sus comienzos. Esta pregunta ha tomado múltiples formas y dimensiones en la historia de la disciplina que se corresponden con los contextos históricos sociales en los que hacemos investigación. En las últimas décadas, el reconocimiento de la diferencia ha sido emblema de la agenda pública y bandera de luchas y movimientos sociales. Por su parte, los movimientos de mujeres y sexualidades disidentes lograron ubicar los debates sobre las desigualdades de género en los espacios públicos y privados. Los movimientos indígenas, migrantes, negros y otros también han logrado hacer luz de sus luchas, teniendo muchas veces a las mujeres como protagonistas. Pero cuando las discusiones feministas incorporan las dimensiones de clase, etnia y raza no tienen la misma difusión y recepción en espacios urbanos y de clase media.